tu prima la cati

vericuetos variados

miércoles, septiembre 03, 2008

Qué dura la vuelta, qué dura


Qué aterrizaje surrealista, bizarro y horrendo que ha tenido vuestra prima la cati tras sus hermosas vacaciones conileñas (Conil: precioso pueblo blanco gaditano con cristalinas e interminables playas...ayyyy (suspirito).

Mis animales, Blanqui y Punki, con conjuntivitis y ataques epilépticos respectivamente.

Mi madre, con su furor por convertirse en artista a los 50. Si, si, lo que leeis. Desde que la seleccionaron en un musicalucho de tres al cuarto, se le ha subido la fama a la cabeza. Está de un divo insoportable. Cometí el error de aterrizar justo cuando se estaba arreglando con galas de farandulera para reanudar el curso cantarín en la coral en la que berrea. Ni me miró para saludarme, en mis esfuerzos de niñata malcriada para que apreciara mi moreno playero. Frustración.

Mi hermano, insoportable desde que le dejó la polaca. La ha sustituido por otro pivón, pero parece que la nueva no le sabe aplacar toda su rabia de macho contenida.

La entrevista de trabajo, en una revista de cine, un timo. Que se vayan a tomar el pelo a s.p.m. Para más inri, el pavo que me la hace me quiere invitar a comer en claro tonteo sensuarr.
Juro que no le hice la mirada de garza.
Me levanto airada de la mesa, en mis serios y frustrados intentos de que me tome en serio como profesional experimentada, pero lo de ser rubia parece que les confunde.
Y eso que soy rubia natural.

Se muere un tío abuelo de Valencia (de viejo que era), y mi madre, la farandulera, parte inesperadamente rumbo a su tierra sin hacerme ni puto caso.

Mi padre, "olvida" pagar la luz (no quiero ni pensar en la factura tras los interminables días de verano acuciados por el aire acondicionado). Nos vemos sin luz y a dos velas, nunca mejor dicho.

A todo esto, la cati ya no puede más y rompe a llorar como una niñata consentida.

Y es entonces cuando decide pasar la noche, en plena rabieta chantajista, en casa de su amiga, La Diva.

Es ahí cuando la bizarrería y el surrealismo alcanzan cotas inalcanzables.

La Diva, cómo no, ha quedado con uno de sus cientos de amantes, pero me ofrece las llaves para poder llorar a gusto en su casa pija de Arturo Soria, donde hay luz y se me ocurren mogollón de gilipolleces que hacer en solitario. Tipo atracarme de pelis y escuhar música a todo trapo para desahogarme.

La cosa va bien hasta las cinco de la mañana, cuando llaman a la puerta. Es La Diva y su amante, un extraño ser peli-petirrojo. Todo él es rojo rojo fluorescente, como una brillante zanahoria. Y además va vestido de naranja de arriba a abajo. Lo de petirrojo es porque, gracias al recital que involuntariamente ambos me ofrecieron de todos los grandes éxitos de la Velvet Underground, se rebeló como un sugerente cantante.

Con voz gangosa me dice su nombre, y yo con una estúpida, escasa y transparente camiseta blanca, le dijo el mío muy sonriente. Qué situación tan gilipollas. A todo esto ayuda a La Diva a entrar en casa, que tropieza con todo y dice frasecillas incoherentes.

Yo me traslado al sofá, educadamente, pero inmediatamente viene La Diva, e intenta fatigosa y torpemente levantarme en brazos con un "Bizcochito, que te llevo a la camita". La disuado como puedo en sus intentos. Y le dice en alto al peli-petirrojo que no se va a enrollar con él en la vida, y que ahí tiene la puerta. De repente, La Diva deja de ser Diva y se tropieza con la aspiradora, pegándose un hostión que podría calificarse de todo, menos de divino.

El ser color de zanahoria aguanta el chaparrón, yo me voy a la cama, y les dejo a los dos canturreando las canciones de La Velvet. La Diva le hace de rabiar y pasa las canciones que más le molan al zanahoriesco. Entre tanto, y de vez en cuando, La Diva viene a mi cama y me arropa amorosamente.

A las 11 de la mañana, la casa pija de Arturo Soria de La Diva parece que se viene abajo. Empiezan a sonar teléfonos y timbres de manera atronadora. La Diva tiene un mal despertar resacoso y nos acusa al peli-petirrojo y a mí de que ella llegue a currar tres horas tarde.

De repente, en el baño, La Diva me hace una confesión inolvidable: "Quiero ser ama de casa y beber vino blanco".

Qué grande es La Diva.

Pienso que quizás hubiera sido mejor quedarme en casita a la luz de las velas.

Y eso que llegué el lunes por la tarde, primitos, ya veis que dos días en la vida de la cati dan pa mucho.